Análisis descriptivo del movimiento
político feminista decolonial latinoamericano
Antes de empezar con la descripción del movimiento
político feminista latinoamericano, es necesario saber antes lo que se entiende
por colonialidad, para entender en lo sucesivo qué es lo que el feminismo
decolonial intenta deconstruir con su propuesta. La colonialidad es un concepto que abarca
muchos aspectos, el cual intenta llevar a cabo críticamente una explicación de
la imposición de una cultura sobre la otra. Desde la categoría colonialidad se
puede hacer un abordaje del poder, el saber, el ser, etc., es decir, la
explicación de siglos de dominación que permearon a la sociedad Latinoamérica
en términos de lo ontológico, epistémico y del poder. Y, en ese sentido, desde
la colonialidad se identifica el poder hegemónico y con eso se construye una
alternativa para deconstruir ese fenómeno. Valga decir que la colonialidad
señala que la dominación hegemónica se expresa de forma matricial, es decir, se
manifiesta mediante varios factores como, por ejemplo, lo político, económico,
social, cultural, militar, epistémico, ontológico, etc.
Ahora bien, la categoría colonialidad se establece
para identificar y comprender los siglos de dominación capitalista y colonial
impuestos en Latinoamérica mediante un aparataje de dominio que subyugó a las
sociedades americanas, a las que el invasor europeo destruyó desconociendo la
construcción epistémica, cultural y ontológica americanas, de tal manera que el
invasor impuso la subjetividad europea a los pobladores americanos, lo que
indica que en ese encuentro de dos civilizaciones no se dio la
intersubjetividad, sino una subalteridad. A ese respecto, el invasor europeo excluyó
y violentó al otro, pues el colonizador impuso una cosmovisión del mundo
europea, es decir, introdujo por la fuerza saberes, cultura, comportamientos,
etc., lo que significó la negación de la episteme y el ethos de los pobladores
americanos.
Todo eso se construyó a través de siglos de dominación
capitalista y colonial, lo cual ejerció gran influencia y que, incluso, perdura
hasta la actualidad. Todo ese engranaje de poder europeo se realizó a través de
lo que se llamó históricamente la “modernidad”, cuyas bases sostuvieron y
sostienen la creencia de que los pueblos que el invasor subyugó tenían que ser
modernizados, ya que, supuestamente, los pobladores americanos eran incultos,
salvajes y bestiales.
En ese sentido, en Latinoamérica desde hace varias
décadas han surgido posturas epistemológicas que se han encargado de dar un
giro deconstructor a esos imaginarios y simbolismos creados por siglos, para
repensarnos y creer nuestros propios mecanismos epistemológicos que desmonten
las narrativas eurocéntricas. Habiendo dicho eso, en Latinoamérica han surgido
movimientos decoloniales de todo tipo. Acá nos centraremos en lo que respecta
al feminismo decolonial latinoamericano, el cual desde los años ochenta ha
venido construyendo posturas críticas frente a la hegemonía del poder
dominante. Ahora bien, no hay que pasar por alto que los movimientos feministas
latinoamericanos no surgieron sin la influencia de críticos del sistema y del
poder dominante, ya que hubo pensadores que aportaron a la crítica decolonial.
Por ejemplo, en el siglo XIX hubo críticos en
Latinoamérica que no comulgaban con el positivismo científico y propusieron
separarse de esa postura científica. En ese mismo siglo hubo críticos que
promovieron la independencia cultural. En los años 30 del siglo XX surgió la
postura crítica racial, y en los años 50 del mismo siglo se empezó a hablar de
la colonización de la conciencia (Villarroel Peña, 2018).
Según Villarroel Peña (2018) la decolonialidad es una
concepción que surge en el contexto del tercer mundo en los años 50 del siglo
XX, donde se destaca la celebración de una conferencia en Indonesia. Allí se
reunieron países de Asia y de África que habían experimentado procesos de
independencia en ese entonces. En la década del 60 y 70 surgen críticos de la
hegemonía económica y cultural. En la década del noventa, el concepto de
colonialidad del poder se analizó desde la modernidad, algo que Aníbal Quijano
introdujo en un estudio en donde hizo un análisis profundo sobre una matriz de
dominación que no solo tenía que ver con la raza, sino que en la dominación
también subyace lo epistémico y lo ontológico, es decir, la colonialidad se
manifiesta mediante muchos poderes, pues el poder no es sólo político y
económico, sino que la dominación se presenta bajo la forma del poder que
subyuga con el conocimiento, el poder que subyuga formas de ser, etc.
Partiendo de esa base, el movimiento político
feminista latinoamericano adopta una nueva postura crítica: el feminismo
decolonial. Fue una filósofa argentina, María Lugones, en el año 2007, quien
puso sobre la mesa la perspectiva de la decolonialidad en el feminismo
latinoamericano (Montanaro Mena, 2016). Valga decir que, así sea de paso, el
feminismo no es unívoco, sino que se manifiesta de forma multívoca, porque hay
diferentes feminismos (feminismo decolonial, feminismo campesino, feminismo
liberal, feminismo socialista, los ecofeminismos, etc.). Ahora bien, Lugones, tomando como referencia lo
introducido desde el punto de vista teórico por Aníbal Quijano, pero con una
crítica a la teoría de Quijano, establece una perspectiva teórica que se centra
en la crítica y deconstrucción de los sistemas opresivos contra las mujeres,
sobre todo de las mujeres de color. Lugones sostenía que el sistema de
dominación patriarcal se caracteriza por la interseccionalidad de raza, clase,
género y sexualidad. Eso quiere decir que se configuró una matriz de
dominación, de tal modo que al presentarse la opresión en una de ellas no deja
de repercutir en las otras.
En ese sentido, por ejemplo, la deconstrucción
ontológica de género, con el surgimiento de los movimientos feministas
decoloniales, apoyados con perspectivas teóricas deconstructivas de la
colonialidad del ser, se ha convertido en un esfuerzo enorme por otorgarle a la
mujer un nuevo rol en la sociedad, que desmitifique y descolonialice los
imaginarios colectivos que se construyeron en torno a ellas en varios siglos de
discursos imperantes, eurocéntricos y androcéntricos. Dentro de la visión
epistemológica de las teóricas de género se encuentra un corpus argumental que
gira en torno a la deconstrucción de categorías, comportamientos e imaginarios
que fueron elaborados desde una perspectiva de poder masculinizante, es decir,
se construyeron socialmente con discursos y narrativas desde el poder
dominante.
El movimiento feminista decolonial se caracteriza por
la crítica que hace del movimiento feminista en torno al reduccionismo con que
manejan el tema de la subordinación de las mujeres, porque, según el feminismo
decolonial, los movimientos feministas latinoamericanos se quedaron
anquilosados y se dejaron influenciar por la dominación epistémica de occidente
al seguir mirando de manera homogénea y monolítica la dominación de la mujer.
El movimiento feminista decolonial propone no universalizar el análisis de la
subordinación de las mujeres por el poder hegemónico. Según Villarroel Peña
(2018) las más connotadas feministas desde la perspectiva decolonial son: María
Lugones, Yuderkys Espinosa, Ochy Curiel, Karina Ochoa, Gladys Tzul Tzul, Aura
Cumes y Julieta Peredes.
El feminismo decolonial latinoamericano, si bien
reconoce en los otros feminismos el esfuerzo y la resistencia ante la
dominación y la imposición androcéntrica, no reduce el análisis con respecto a
la perspectiva del patriarcado desde arriba, sino que identifica las luchas
individuales y colectivas que se generan desde abajo. Es decir, el feminismo
decolonial latinoamericano ofrece una panorámica que visibiliza a las actoras y
actores sociales y sus luchas frente al poder. Entonces, es menester hacer el
análisis no solamente desde el punto de vista del poder establecido (historia
desde arriba) -, porque existe lo que se llama la microhistoria y allí se
encuentran sectores sociales en ebullición que resisten y se enfrentan a los
poderes dominantes. Además, el patriarcado, según las feministas decoloniales
latinoamericanas, no tiene que ser visto sólo como un factor de dominación
dicotómico, es decir, poder del hombre sobre la mujer, sino que el patriarcado
constituye una matriz de dominación que incluye diferentes tipos de
discriminaciones y violencias, donde la naturaleza también se incluye como
objeto de dominación. Según Villarroel Peña (2018):
El pensamiento feminista descolonial latinoamericano
no es homogéneo, es divergente y heterogéneo, tiene diversos lugares de
enunciación, en los que se alejan, se acerca, o entrecruzan planteamientos y
prácticas, pero siempre en diálogo. Parten de supuestos comunes, pero no
pretenden enarbolar un solo discurso descolonial porque eso sería crear un
nuevo universalismo, un nuevo pensamiento hegemónico que determinaría lo
verdadero y lo válido (p. 109).
Las feministas decoloniales latinoamericanas incluyen
dentro de sus dinámicas de pensamiento teórico aspectos que conciernen a lo
ontológico, lo epistemológico, lo estético y lo ético. Desde esos frentes
postulan su crítica al poder hegemónico dominante, para establecer unas
visiones del mundo diferenciadas de aquellas que se impusieron como cánones
occidentales. Por ejemplo, Karina Ochoa, desde la ontología política de la
dominación, sostiene que el pensamiento cartesiano moldeó las estructuras
sociales a partir de una categorización universalista del ser, lo cual pone en
condición de superioridad al poder de dominación eurocéntrico. Villarroel Peña
(2018) señala que la ontología política de la dominación:
Explica la manera como a las personas originarias de
Abya Yala se le configuró en india/o, quitándoles la posibilidad de
autonombrarse, nombrándolas, cómo le quitaron la posibilidad de su existencia y
le impusieron como única forma posible la occidental, único horizonte de ser,
estar y existir en el mundo (109).
Desde la perspectiva epistemológica, las feministas
decoloniales latinoamericanas apuestan por un concepto de colonialidad que
introduzca lo racial, lo social y lo existencial, porque el poder hegemónico
eurocéntrico construyó una matriz de dominación y jerarquización que se
manifiesta mediante la dicotomía humano-no humano, donde las relaciones entre
sexos se presentan asimétricas, ya que se construyen escenarios de desigualdad
entre los sexos por el hecho de que el poder hegemónico es el que impone en el
sistema modos de pensar y actuar. Las feministas decoloniales latinoamericanas
señalan que la opresión de las mujeres debe ser entendida desde el concepto de
interseccionalidad, porque así se pueden identificar las diferentes opresiones
existentes, lo cual indica que la dominación-opresión no es algo que radica
sólo en el sexo, sino que surgen opresiones por la edad, la procedencia, el
género, la clase, la raza.
Las feministas decoloniales latinoamericanas también
asumen una postura crítica de lo construido en occidente en torno a la
estética, porque, según las feministas decoloniales, es menester deconstruir
imaginarios colectivos que categorizan a la mujer como un producto vendible y
sexualizado. Así, desde el poder hegemónico dominante se impone un prototipo de
belleza eurocéntrico, el cual es tomado como modelo mimético, donde las otras
expresiones de belleza, las que están fuera del canon, son vistas como
secundarias, en el mejor de los casos, en el peor, se asumen como
despreciables. No existe la belleza universal, lo que hay es múltiples formas
de expresión estética.
Por otro lado, las feministas decoloniales
latinoamericanas proponen un giro en el aspecto ético, ya que es necesario
reconstruir el ethos latinoamericano para valorar y recuperar nuestras
creencias y tradiciones. Entonces, es perentorio asumir una postura crítica que
fortalezca los valores culturales propios, lo que no quiere decir la
destrucción de la cultura occidental, ni más faltaba, porque la apuesta
decolonial va encaminada más bien a la deconstrucción de una estructura
axiológica que fue impuesta y que se toma como primordial, donde los valores
propios latinoamericanos fueron invisibilizados, en el mejor de los casos,
destruidos, en el peor. Según Villarroel Peña (2018):
Así como la recuperación de la memoria histórica de
las/os sujetas/os colonizadas/os, la recuperación de sus voces, la supresión de
todas las opresiones, presentar opciones teóricas y políticas que les permita
recuperar la humanidad y la dignidad a los seres […] (p. 114).
El accionar político de las feministas decoloniales
latinoamericanos viene dado por la gran importancia e influencia de los
movimientos sociales y de resistencia establecidos por las sociedades y
culturas oprimidas. Muy a pesar de siglos de dominación eurocéntrica los
pueblos originarios y las culturas africanas han logrado con tenacidad mantener
sus creencias y tradiciones vivas. En ese sentido, las feministas decoloniales
han optado por prácticas políticas asociadas a construir conocimiento desde la
perspectiva conceptual-teórica pero con el complemento praxeológico.
De ese modo, se
analiza el fenómeno concreto de la situación de las mujeres en términos de las
realidades que las oprimen, las discriminan, etc. Por ejemplo, es un gran
avance teorizar involucrando la academia y el activismo político, donde se
considera parte fundamental la construcción de conocimiento en base a las
experiencias y el saber popular de las comunidades de mujeres oprimidas. Es
repensar, decolonialmente hablando, las estructuras de pensamiento y los
valores a partir de nuestra propia visión del mundo, sin dejarnos enajenar por
la cosmovisión ajena e impuesta desde el poder hegemónico.
Referencias
Curiel, O. (2009). Descolonizando el
feminismo. Una perspectiva desde América Latina y el Caribe. https://repositorio.unal.edu.co/handle/unal/75231
Montanaro Mena, A. M. (2016). Hacia el feminismo decolonial en América Latina. En: Investigación joven con perspectiva de género. Edición y coordinación: Marian Blanco y Rosa San Segundo. Universidad Carlos III de Madrid. https://core.ac.uk/download/pdf/79176867.pdf#page=336
VILLARROEL PEÑA, Y. U. (2018). Feminismos descoloniales latinoamericanos: geopolítica, resistencia y Relaciones Internacionales. Relaciones Internacionales, (39), 103–119. https://doi.org/10.15366/relacionesinternacionales2018.39.006
Apuestas políticas feminismo descolonial
ResponderEliminarSegún la profesora de derecho Kimberle Crenshaw analiza la legislación y la política antidiscriminatorias feministas, estudia las sumisiones jurídicas y las desigualdades que se concretan fundamentalmente en las apuestas desde el feminismo negro, encontramos un colectivo al que llamaron Rio Combahee este colectivo se creó entre los años 60 y 70 en los Estados Unidos, este define al feminismo como un movimiento el cual lucha contra todas las opresiones, racistas capitalistas y militares.
El feminismo con la complicidad de las apuestas políticas lo que buscan es que no se estructuren en algunas mujeres sino en todas ya que los principales desafíos de estas apuestas políticas es realizar una intervención profesional para lograr una escucha real, respetuosa, y profunda, para que las mujeres negras, indígenas, blancas, entre otras, puedan tener una protección y así neutralizar la discriminación que estas personas tienen.
Biografías
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